Las situaciones de la vida nos enseñan diversas cosas que aunque son sencillas posee un gran valor agregado. Aprendemos que no somos lo suficientemente sabios para saber evitar situaciones difíciles, nos damos cuenta que al pasar los años aunque envejecemos permanece dentro de nosotros el espíritu de aquel infante que aunque creemos que se fue en realidad nunca partió, aprendemos que nadie es mejor que nadie que solo hay circunstancias que nos hacen diferentes, nos damos cuenta que a pesar de amar también sabemos hacer llorar a ese ser amado.
Nuestro carácter se ve modificado por las proezas que tenemos que enfrentar en el devenir de los tiempos, hazañas que nos hacen mejores o peores seres humanos, generan cambios para bien o para mal pero nunca quedamos siendo los mismos.
Nos vemos envueltos en disyuntivas tan fuertes que nos encerramos en nosotros mismos para no tener que enfrentarnos al momento difícil que es la decisión final. Pero detrás de todo esto hay una gran fuerza que nos mueve, esa fuerza que nos permite desplazarnos día a día, nos permite emprender nuevos caminos, nuevas luchas, esa fuerza maravillosa es la mano amorosa de nuestro señor, cada vez que te encuentres en momentos de dificultad, de frustración de desesperación invoca esa fuerza y todo será mas fácil.
