Recuerdo que en mis años de adolescencia, las cosas mientras más simples eran más complicadas las encontraba, no entendía nada de lo que era el amor, palabra que en aquel entonces no significaba mucho en mi vida, pero que escuchaba mencionar constantemente.
Siempre me preguntaba por qué mis amigas les daban tanta importancia a aquellos chicos que por más que ellas los quisieran siempre les hacían la vida de cuadritos, hasta que lo entendí, cuando me involucre por primera vez con aquel lindo muchacho de 18 años que tuvo el honor de ser mi primer novio.
Lo recuerdo como ahora, fue casi mecánicamente que reaccioné cuando me robó el primer beso aquella tarde lluviosa en casa de mi mejor amiga, allí todas mis dudas con respecto al comportamiento de mis amigas hacia sus novios quedaron totalmente claras, y así empezó mi bello recorrido por los caminos del amor…
Claro que en la actualidad miro hacia atrás, y observo que lo que era tortuoso para mí en aquel momento, ahora lo veo como vivencias que tenían que estar presentes en mi, para aprender lecciones de vida muy valiosas, pues como dice un autor desconocido: “la joven debe desconfiar de su corazón y dar oídos a la razón, pues el corazón ama todavía cuando la razón prohíbe amar”.
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